Tercer día del puente. Con unas cuantas horas de pateo a nuestras espaldas, nos despertamos muy temprano con el ruido de la lluvia. Era pronto, sobre las 5 o las 6 de la mañana así que aún había esperanza pero el cielo no tenía buena pinta.
Teniendo en cuenta que poco podíamos hacer seguimos durmiendo.
Sobre las 8 ya no había quien durmiese (unos en aislantes, otro sin aislante dentro de la tienda y yo en el coche) así que nos levantamos. Seguía lloviendo, suave pero constante. Nos vestimos, cogimos el desayuno y nos fuimos al bar para poder estar en un sitio cómodo y a resguardo de la lluvia. Barajamos opciones….. y decidimos darle tiempo al día así que sacamos el parchis de nuevo y así empezamos el día, entre dados.
Serían las 9:30 o 10 de la mañana cuando el día mejoró algo. Ya no llovía y el cielo había aclarado algo, aún así no tenía muy buena pinta. Decidimos recoge la tienda y acercarnos a los oscuros de balces.
Teniamos claro que había muchas posibilidades de que empezase a llover con lo que nos iríamos para Madrid, y de no llover había muchas posibilidades de que después de la aproximación nos encontrasemos un río muy «encabronado» lo que nos obligaría a darnos la vuelta y volver al coche, rumbo a Madrid de igual manera.
Entre que recogimos y nos hacercamos a los oscuros el día iba mejorando lentamente. Cuando dejamos el camping ya lucía el sol, aunque no en todo su explendor. De esta manera llegamos a donde se deja el coche, nos equipamos y nos pusimos a andar.
Eduardo iba echo polvo con su rodilla, así que fue tirando a base de antinflamatorios. Los demás nos encontrabamos con todas nuestras fuerzas aún.
La aproximación, como siempre, una leve pero larga cuesta seguida de una bajada infernal por una senda escavada en una pedrera.
Cuando llegamos al río el día estaba más despejado aún y no parecía bajar mucha agua, como otras veces. Nos pusimos los neoprenos y nos dirigimos al caos inicial del cañón.
Al llegar al caos vimos que no bajaba el mismo agua que otras veces. Se notaba que el río bajaba crecido y durante unos cuantos minutos estuvimos debatiendo el nivel de dificultad.
Lara se puso un poco alarmista y decía que bajaba muy fuerte, se penso seriamente darnos la vuelta. Según mi opinión bajaba algo más fuerte pero bueno, no lo ví complicado. Al final…. pues eso, que estos andaluzes son unos exagerados :D. Bajaba más fuerte que otras veces pero vamos, sin ningún tipo de problema.
El caos si es verdad que lo hizimos distinto. La última vez hizimos un rapel que te metía por debajo del caos, que en esta ocasión no hizimos, bajaba mucha agua así que fuimos por encima del caos unos metros más e hizimos otro rapel más adelante.
Después el paso sifonado…. bueno, se podía pasar pero no nos quisimos complicar la vida por si acaso y también lo pasamos por encima, rapelando y cayendo justo después del sifón (que no estaba sifonado, aunque si muy revuelto).
Y después los estrechos. En esta ocasión esta parte estuvo mucho más chula ya que al haber más agua había más corriente (que en esta parte es casi nula) y te podías dejar llevar, avanzando mucho más rápido.
Y después la cascada final. De la misma forma se podía rapelar por la cascada pero preferimos hacer el rápel que hay al final del pasamanos. Pasamanos del que hasta con un estribo cuesta soltarse….
Y poco más. Cuando terminó el cañón y volvio a abrirse y verse bien el cielo pudimos contemplar que hacía un día perfecto y había desaparecido cualquier posibilidad de lluvia.
Así que nada, volvimos al coche, nos cambiamos y volvimos de nuevo al camping. Vuelta a montar la tienda y todo el chiringuito. Comida, cervecitas y a pasar la tarde pensando en el día siguiente.
Por la noche cenamos en el bar del camping mientras discutiamos que hacer. Yo quería volver el martes «pronto» a Madrid y Lara y Rodrigo querían hacer las Gorgas Negras, que desde un principio era el plato gordo del puente. Eduardo se limitaba a escuchar…jeje
Al final pues paso lo que tenía que pasar, que me convencieron. Soy debil….
Mientras cenabamos ojeamos la guía de guara de barrancos para documentarnos más sobre el cañón, ya que este si que no lo conocíamos.
Eduardo se la empapó muy bien y estaba cuanto menos asustado ya que ponía que era un barranco con partes muy estrechas y complicadas, que era sensible a las lluvias y que recogía mucha agua de las montañas próximas. Total, que viendo que la noche anterior había estado lloviendo sin parar, estaba acojonaillo…. a parte de rebentado….. pobre :).
Así que nada, teniendo en cuenta que es un cañón muy largo (el más largo que hemos echo), y que no queríamos llegar a Madrid a las mil decidimos madrugar…. y mucho, así que nos fuimos rápido a la cama.
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