El día 11 nos levantamos y fuimos a desayunar al mismo sitio del día anterior, a por nuestro desayuno continental por 25 rupias.
Tras 35 minutos para que nos sirviesen y desayunar fuimos a buscar el coche que teníamos contratado. Habíamos contratado un coche para todo el día que nos llevaría a ver la cercana ciudad de Fatehpur Sikri y después nos llevaría hasta Delhi. Nos costó si no recuerdo mal 2800 rupias (43 €).
Las vacas también estaban tomando un rico y nutritivo desayuno para comenzar el día.
Al llegar, el hombre de la agencia nos dice que ha pensado que íbamos a ir muy apretados ya que íbamos con los mochilones grandes, y nos ha pedido un coche más grande que el acordado. Y claro, nos quiere cobrar más.
Tras una leve discusión queda claro que no vamos a pagarle ni un duro más y nos ponemos en camino.
El viaje de nuevo un poco infernal. Los 120 km que separan Agra de Fatehpur Sikri parecen 300 y tardamos un buen rato. Al llegar, el hombre aparca en una explanada en donde nos asaltan indios que quieren hacernos de guía o llevarnos hasta la zona turística en rickshaw ya que no se puede ir en coche.
Nosotros peleamos porque nuestro conductor nos deje en un reloj que aparece en la lonely planet y que parece un punto céntrico. De repente parece que se le olvida el inglés y hace como que no nos entiende, mientras los otros siguen intentando vendernos sus servicios a precio de oro, intentando convencernos de que no hay otra opción.
Tras un rato de peleas, de repente el conductor vuelve a entender el inglés, arranca y se para de nuevo en otro aparcamiento que hay 200 m después. En este caso está lleno de turistas y hay un autobús que nos llevaría por 5 rupias a la zona turística.
De camino al autobús nos intercepta un niño para que vayamos a su tienda. La verdad es que estuvo muy simpático y fue muy buen comercial. Le prometemos que a la vuelta iremos, y el nos asegura que se ha quedado con nuestras caras, jeje.
El autobús recorre apenas un kilómetro hasta la puerto del palacio de la ciudad.
Este palacio ocupa una enorme superficie con jardines con diferentes e independientes edificios en su interior. La mayoría de ellos de arenisca roja y con unas formas trabajadas de una forma espectacular. Parece mentira que todo eso pueda ser un trabajo artesanal y se haya hecho a base del sudor de la frente de cientos y cientos de personas.
Estuvimos disfrutando un buen rato de la tranquilidad de estos jardines y haciéndonos unas fotos con un grupo de mujeres indias con unos saris de unos colores más que vivos.
Nos fuimos dando cuenta poco a poco que las mujeres en la india eran todo lo opuesto a los hombres. Mientras que ellos eran unos expertos timadores con muy malas maneras, ellas por el contrario eran muy amables y con una sonrisa en la cara. Eso sí, la presencia de mujeres en la calle era prácticamente anecdótica y solo se veían mujeres de las castas más bajas, trabajando de peones, o mujeres de castas mas altas en calidad de turistas, como parecía ser el caso.
Tras terminar de visitar el palacio fuimos a una cercana e impresionante mezquita cercana, Jami Masjid.
De la misma manera que nos paso con el Taj Mahal, los niños querían comprarnos a toda costa las entradas usadas del palacio. Nos las compraban o cambiaban por postales, con una insistencia enorme.
Visitamos la tumba de Sheikh Salim Chishti que se encontraba en el centro de la mezquita, y que está construida íntegramente de mármol blanco. También hicimos alguna pequeña compra a los vendedores ambulantes que había por allí.
Al salir de la mezquita cogimos de nuevo el autobús y al bajarnos allí estaba el niño al que le habíamos prometido ir a su tienda. ¡No nos podíamos escapar! Tampoco teníamos intención de hacerlo ya que queríamos comprar alguna cosa…
Nos llevo a la tienda de sus padres que estaba un poco escondida, normal que tenga que salir a buscar clientes, y resulto que el padre trabajaba el mármol y era una tienda de artesanía de mármol.
Yo finalmente compre una especie de esfera de mármol tallada con elefantes, que realmente era una maravilla. Había verdaderas maravillas esculpidas en pequeños trozos de mármol. De esta manera el niño hizo su negocio y yo me fui con un regalito para la familia, todos contentos. Eso sí, hubo que regatear un buen rato que el precio de salida era muy alto, como siempre.
En el aparcamiento esperaba nuestro chofer, el cual nos tenía que llevar ahora hasta Delhi.
Lo primero que hizo fue pedirnos el dinero que faltaba por pagar por adelantado. No se lo dimos ya que no era el trato y la cosa no fue a más. Cogimos carretera y nos acomodamos en el coche pues teníamos unos 210 Km hasta Delhi.
El conductor nos preguntó si queríamos comer y ya que no habíamos comido nada y llegaríamos tarde le dijimos que parase a medio día en algún restaurante barato. Y así quedamos.
Cuando llegó el medio día nos volvió a preguntar por el tema de comer y le dijimos que si conocía algún sitio que parase. Se le repitió el tema de que fuese barato.
Bueno, pues de repente se paró en la autovía y a través de un hueco en la mediana se pasó al carril contrario. Por ahí fue durante unos 2 Km, pitando por el arcén para que los coches y camiones que venían de frente se apartasen. Nosotros cagaditos…
Tras unos minutos llegamos a un súper restaurante. El problema es que estaba en el otro lado de la autovía que íbamos y por eso se había metido en dirección contraria.
Al entrar en el restaurante nos dimos cuenta rápido de que nos la estaba intentando jugar. Estaba lleno de turistas y todo olía a caro. Simplemente por ir al baño tenías que pagar, cosa típica de los sitios de súper lujo en España.
Tras una meadita y ver la desorbitada carta nos fuimos y le dijimos al conductor que fuésemos a otro sitio más barato. Se iba a quedar sin la comisión.
De nuevo la misma operación, en dirección contraria por la autovía hasta que llegamos a otro hueco y puedo volver a coger el carril “normal”.
Unos kilómetros más adelante paró en un restaurante de carretera normal, de esos que están llenos de moscas y mierda por todos lados, jeje.
Nos sentamos a comer y el conductor hizo lo propio en una mesa alejada de nosotros.
Comimos muy bien y muy baratito pero al pedir la cuenta vimos que nos habían metido la comida del conductor en la factura. Se lo dijimos y todo se aclaró. ¿Este hombre no se cansaba de intentar sacarnos unas perras de más?
Retomamos el viaje y al rato paró a echar gasolina. Nos volvió a pedir el dinero para poder pagar la gasolina. Nos volvimos a negar, sobre todo ahora que nos tenía ya cabreados.
El hombre salió del coche, echo gasolina y volvió a pedir dinero. Nos negamos y entonces empezó una situación un poco violenta en la que el “gasolinero” se estaba cabreando porque nadie le pagaba, el conductor decía que le pagaríamos nosotros, y nosotros decíamos que tururú pajarito.
Finalmente el conductor llamó al hombre de la agencia, su jefe, y Rocío estuvo hablando con él para aclarar la situación, dejando claro que habíamos quedado en no pagarle todo el dinero hasta llegar a Delhi. Tras aclararlo con el jefe, le pasó el teléfono al conductor y con una “preciosa” sonrisa en la cara nos soltó un “No problem”. Acto seguido sacó un fajo de billetes y pagó la gasolina. Creo que más de uno lo hubiésemos matado allí mismo.
Y tras un buen rato más llegamos a Delhi y nos metimos de nuevo en su nube de polución. Tras preguntar a varias personas conseguimos llegar al Hostel, donde el conductor nos dejó y encima tuvo la cara de quedarse esperando propina. Pues iba apañado…
Tras hacer el Check-In fuimos a buscar un ordenador para comprobar que el vuelo del día siguiente a Varanasi estaba confirmado y a cenar algo en un puesto de la calle.
De ahí a la cama que al día siguiente teníamos viaje.