Arrancando la temporada en el Almanzor

Tras las nevadas de días atrás, y viendo que se presentaba un fin de semana bueno, pensamos que podría ser un buen momento para ponerse las botas y hacer la primera escapadita por alta montaña de la temporada. Así que nada, Patri y yo decidimos subir al Almanzor, que ella no había subido nunca.

Intentamos reservar en el refugio Elola pero estaba ya completo, como es normal cuando va a hacer buen tiempo.

Así que nada, decidimos dormir en la plataforma de Gredos y salir bien prontito para hacer la ascensión en el día, aprovechando al máximo las horas de sol.

Tras pasar una fría noche, nos levantamos a las 6 de la mañana, desayunamos, guardamos la tienda en el coche y con los frontales puestos, y abrigados hasta los dientes empezamos a andar en la todavía noche, con una leve claridad que aún dejaba la casi oculta luna llena.


Cuando estábamos cerca de superar los barrerones empezó a salir el sol, y cuando llegamos al mirador del circo de Gredos, ya había amanecido y podíamos contemplar perfectamente el circo de Gredos.

Se podía contemplar perfectamente como la laguna estaba semi helada, y todavía obligaba a rodearla, pero había mucha nieve, sobretodo para las fechas que eran.

Cuando llegamos al refugio, sobre las 10 de la mañana, ya había gente que había salido, y otros muchos (los más perros) se estaban preparando. Tras una breve paradita retomamos el camino para enfrentar la cuestecita que se nos venía encima.

Durante todo el camino hizo bastante frío, pero cuando por fían empezó a darnos el sol, ya muy muy arriba, cerca del paso del crampón, el sol se hizo notar.

Una vez superado la última pendiente, y justo antes de afrontar la espalda del Almanzor (cara sur) encontramos a varias personas que se estaban dando la vuelta. No se atrevian a subiar a la cumbre, alegando que la nieve estaba muy blanda.

La verdad es que la nieve estaba blanda y no era muy seguro, pero no lo es más cuando es todo una placa de hielo, así que nos pusimos en modo «pies de plomo» y poquito a poco fuimos avanzando hasta alcanzar la cumbre. Desde ella, con un ligero viento, y pleno sol, disfrutamos de unas maravillosas vistas.

Y de una maravillosa comida…

Tras un buen rato disfrutando del momento, vuelta a bajar, que aún nos quedaba un largo trecho y no era plan de llegar muy tarde ya que al día siguiente currábamos y había que descansar bien.

A la bajada pudímos disfrutar de un precioso paisaje, motivado por las nubes chocando contra la cordillera.

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