Tras el intento frustrado del año pasado, no ibamos a rendirnos tan facilmente así que este año teníamos que volver a intentar subir al «techo de Europa». De nuevo volveríamos a intentarlo por la ruta de «los cuatromiles», o por lo menos esa era la idea, ya que es mucho más bonita que la ruta normal.
Unos días antes de ir ocurrio un terrible accidente justo en el primero de los picos a superar, donde nos quedamos el año pasado, el Mont Blanc du Tacul (4.248m). Una avalancha había acabado con la vida de varios alpinistas. Por desgracia este es uno de los peligros de la montaña, pero es una cosa que no nos podía echar atrás, son cosas que pasan, y son riesgos que hay que asumir ya que siempre están ahí, igual que el que bucea, escala, monta en bici o cualquier otro deporte. Es verdad que la montaña es más peligrosa que jugar al dominó, pero seguramente sea más facil tener un accidente de coche mortal, que tener un accidente mortal en montaña, siempre y cuando se hagan las cosas bien.
El día 31 de Agosto por la mañana partimos desde Madrid, dirección Chamonix. En el coche íbamos Lara, su prima Cristina, Rocio, Patri y yo. Fue un viaje largo y muy muy duro al ir 5 en un solo coche, pero sobre las 21:30 h estabamos en el pueblecito francés.
Montamos la tienda, vimos la previsión para el día siguiente, dimos una vuelta por el pueblo y tras comer algo nos acostamos, que llevabamos mucho kilómetros a la espalda.
El lunes día 1 de septiembre nos acercamos a la casa de la montaña. Tras hablar con las chicas que había allí y ver la previsión decidimos que la mejor opción era subir al Col du Midi esa misma tarde para dormir y subir a la noche siguiente. Así que dicho y echo. Nos metimos para el cuerpo una buena comida y después subimos en el teleférico hasta la Aiguille du Midi (3.842m). Allí nos equipamos y a la tres y pico de la tarde estabamos empezando a bajar por la arista que nos llevaría al Col du Midi.
Hora y pico más tarde estabamos en el collado. Ibamos a dormir en tienda y eramos los únicos, todas las demás personas iban al refugio del Cosmiques (3.613m). Buscamos el «agujero» más acogedor que encontramos y montamos la tienda.
Serían las 19:00 h y era aún muy de día pero teníamos que levantarnos muy pronto así que nos preparamos una buena cena, a partir de sobres de comida deshidratada, y nos preparamos para pasar una noche apretada. Apretada porque inicialmente el plan era ir Lara y yo solos, pero al final se unió a la ascensión Cristina, y la tienda seguía siendo la misma, la misma pensada para dos personas holgaditas.
Entrar y salir de la tienda era toda una odisea por lo apretados que estábamos, pero una vez dentro… bueno, más o menos entrabamos, eso si, el de en medio «boca a bajo» para encajar mejor.
Enseguida empezó a condensarse mucha humedad de la respiración en la tienda pero devido a los 4-5º bajo cero que había en el exterior, dicha humedad se congeló por dentro de la tienda formando una capa de hielo, encontrandonos durmiendo en una especie de iglu. Así pasamos la noche, por lo visto, yo durmiendo bastante mejor que ellos 🙂
Yo fuí ya a los Alpes con la rodilla semi lesionada, y cuando empezamos a montar la tienda por la tarde me dolía bastante. Ello me hizo acostarme estando completamente convencido de que en la ascensión no iba a llegar muy lejos, pero bueno, lo intentaría, que orgullo tengo mucho.
Eran la 1:00 h cuando sonó el despertador. Nos asomamos y se veían las luces del Cosmicos encendidas, en medio de un mar de estrella, en una noche completamente despejada y sin nada de viento. Realmente hacía una noche perfecta, y sin excesivo frío, para estar donde estábamos. No queríamos salir los primeros, queríamos esperar al «Gusiluz» que forma la gente que va ascendiendo con sus frontales. Eso y que yo estaba muy bajo de ánimos por mi pierna dolorida hizo que me volviese a la cama, a esperar. Mientras, Lara se desesperaba, pensando que deberíamos empezar a prepararnos… y no se equivocaba.
Finalmente sobre la 1:45 h empezamos a prepararnos, pero ya habían pasado unas cuantas personas y cuando quisimos echar a andar, sobre las 2:30 h ya nos habían pasado un montón y los primeros estaban cerca del hombro del Tacul. Y bueno, Lara cabreao, con razón, jeje. Dejamos la tienda montada con los sacos dentro, para ir más ligeros. Para rematar la faena nos equivocamos al principio, desviandonos un poco y perdiendo otra media hora. Pero bueno, estabamos dentro de los tiempo razonables, aunque eramos de los últimos.
Una vez en la huella buena andar se hacía muy cómodo, pero íbamos muy lentos. Cristina había echo montaña pero por lo visto nada parecido ni de lejos al berenjenal en el que estábamos metidos, y no tenía prácticamente esperiencia en nieve. Además decía no estar en forma.
Fuese por lo que fuese no podía llevar un ritmo constante y medianamente bueno e íbamos extremadamente lentos, pasandonos continuamente gente (si, los había más dormilones que nosotros).
Nos cruzamos con algunos que volvían debido a que estaban malos por el mal de altura.
Eran sobre las 6:30 de la mañana cuando llegamos al hombro del Mont Blanc du Tacul (4.000 m). Era tardísimo. Podíamos ver a los primeros ya revasando el hombro del Mont Maudit. Pero eso no nos echó atrás, estaba empezando a amanecer por fín y los primeros rayos de sol empezaban a calentarnos y nos prometían tener en breve unas inolvidables vistas.
Rebasado el Tacul, se abrio ante nosotros el espectacular Mont Maudit (4.465m). A mí en concreto me impresionó muchisimo su verticalidad.
Realmente se hace respetar. Así que nada, bajamos al collado y le echamos valor para afrontar la gran pendiente que se abría delante nuestra.
Al poco de empezar a ascender el Mont Maudit empezó a asomar el sol y nos dejó unas vistas impresionantes.
Cristina en este punto iba muy mal, tanto psicológica como físicamente, y cada vez íbamos más lentos. Empezamos a pensar en que era dificil que llegasemos a tiempo para coger el último teleférico que nos bajase de la Aiguille du Midi a Chamonix, y seguramente nos tocaría hacer otra noche en nuestro acogedor «iglu».
Pese a todo poco a poco seguimos adelante. Cada vez era más tarde e íbamos peor de tiempo. Los últimos, que nos habían pasado hacía tiempo, ya los habíamos perdido de vista y Cristina pese a ir comiendo y bebiendo no parecía recuperarse. Parecía más bloqueada psicológicamente por la situación, la cual la superaba claramente, que por el cansancio físico.
Finalmente llegamos a la rimaya que hay cerca del hombro del Maudit, la cual en principio es el paso más técnico de la ascensión.
Al llegar, con un sol ya radiante, vimos que no había ningún problema en el paso, simplemente la pendiente, que se acentuaba a partir de la rimaya.
En ese punto Cristina dijo que ya no podía más y no barajaba la opción de quedarse sola esperandonos a nosotros dos que íbamos bastante bien físicamente, y sin problemas de altura, excepto un poco de dolor de cabeza por parte de Lara. Viendo la situación decidimos dar la vuelta, pero habiendo llegado ahí decidimos subir al hombro del Mont Maudit, antes de regresar.
Dejamos a Cristina en la rimaya donde se estaba cómodo y con el sol calentando de cara y encaramos los últimos 40-50 metros que nos faltaban para superar el Maudit.
Estos últimos metros estaban con unas cuerdas fijas, que ayudaban bastante, sobretodo en un trozo a mitad de camino que se convertía en terreno mixto con piedras, y que tenían un par de pasitos que lo complicaban. Aún así nada excesivamente complejo, simplemente que había que ir despacio y con cuidado.
Al llegar arriba… vimos ante nosotros como se alzaba el Mont Blanc (4.808m), nuestro objetivo, que por segundo año consecutivo se nos iba a resistir. Eran las 9:30 h de la mañana y la verdad es que en este caso nos «dolio» más que el año pasado, ya que el día estaba perfecto, había decenas de personas coronándolo y teníamos tiempo y fuerzas suficientes para llegar. Yo iba ya medio cojo con mi rodilla pero el dolor era soportable y podía seguir relativamente bien, sobretodo con la motivación que teníamos encima.
Fue una pena ya que habíamos pasado lo más complicado y «solo» nos quedaban un par de horas o poco más para hacer cima, pero bueno, estas cosas pasan y nos puede pasar a cualquiera así que hicimos unas cuantas fotos y dimos media vuelta, pensando ya en el año que viene.
La bajada fue horriblemente lenta y tardamos un montón de tiempo en bajar el Maudit. Eran las 12:00 h del mediodía cuando terminamos de bajarlo. Ahora si, con mucha más luz, podíamos contemplarlo majestuoso ante nosotros.
También el Tacul nos dejó una preciosas vistas a su bajada con luz.
Seguimos adelante ya que nos quedaba un buen trecho y teníamos que llegar a la tienda, desmontarla y remontar hasta la Aiguille du Midi, donde nos estarían esperando Patri y Rocio.
Y no fue hasta las 14:00 h cuando llegamos por fín a la tienda de vuelta. De nuevo a la bajada íbamos extremadamente lentos, y nos pasaba mucha mucha gente.
Una vez en la tienda, comimos algo, un poco de descanso y a recoger todo que todavía nos quedaba un buen trecho hasta el teleférico, y viendo que íbamos muy lentos había que salir cuanto antes.
Al final llegamos a la Aiguille du Midi sobre las 15:30 de la tarde del martes 2 de septiembre. Cristina iba completamente agotada, yo bastante jorobado con la pierna, y Lara y yo con un sabor muy agridulce sobre nosotros.
Realmente fue una experiencia muy bonita y constructiva ya que realmente vimos muy bien la ruta de los cuatromiles, habíamos pasado los más complicado y habíamos ganado una muy buena experiencia, en lo que a técnica se refiere. El mal sabor de boca venía por haberlo tenído tan cerca, tan facil.. y no haber llegado.