Coronando la Peninsula: Invernal al Mulhacen

Aprovechando el buen fín de semana que se nos planteaba por delante decidimos ir a uno de los sitios en los que nunca había estado de pateo. Este sitio era sierra Nevada.

Sierra nevada, tan famosa por sus pistas de ski, también tiene dos grandes picos; el Veleta, que con sus 3.398m es el tercer pico más alto de la peninsula, y el Mulhacen, el más alto de la peninsula con sus 3.482m de altitud. En medio queda el Aneto, en los pirineos.

En este caso Lara y Rocio estaban en fase de recuperación de un gripazo y se quedaron en Madrid, pero a cabio recluté a un amiguete mío, Marcos, el cual nunca había echo nada que tuviese que ver con grandes cimas o travesías por nieve. Él, junto a Yolanda y Patri, salimos de Madrid el sábado a primera hora de la mañana.

Eran las 12:00 del medio día cuando llegamos a Capileira (segundo pueblo más alto de la penisula con sus 1.436m). Desde allí cogimos una pista a la izquierda, justo a la salida del pueblo, la cual nos llevaría a las Casas de la Cebadilla.

El recorrer la pista creo que fue lo que nos mantuvo en más tensión de todo el fín de semana ya que tenía unas pendientes muy pronunciadas y estaba totalmente embarrada y llena de nieve. A ratos había carriles echos de nieve de los que no te podías salir y a ratos era un completo barrizal que hacía que el coche fuese haciendo ‘S’. Menos mal que no nos encontramos nadie de frente, porque ni había sitio para cruzarse dos coches, ni te podías parar, porque lo más seguro es que ya no volvieses a arrancar, devido a la pendiente y el barro.

Tras un buen rato de sudores fríos llegamos a las Casas de la Cebadilla, aparcamos el coche y nos dispusimos a comer antes de echar a andar.

Serían las 13:50 del medio día cuando terminamos de comer y de preparar las mochilas. Nos esperaba un buen camino.

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La ascensión comienza durante pocos minutos por la pista que habíamos traido con el coche, hasta que esta cruza el rio por un puente, momento en el cual dejamos la pista para coger un sendero, el cual seguirá ascendiendo por la orilla orográfica derecha del río, valle arriba.

Este sendero comienza ganando altura rápidamente hasta que se llega a una zona en la que hay varias cabañas, y desde donde se tiene una gran visión de todo el macizo del Mulhacen.

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Tras dos horas andando llegamos al inicio de la verdadera cuesta. En este punto habíamos ascendido unos 300 metros, de los 1.000m de desnivel que separaban el coche, del refugio. Así que cogimos fuerzas y tiramos pa’rriba.

La subida es bastante durilla y no ofrece tregua ni un solo momento, con lo que la ascensión se convierte en un duro camino.

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Sobre las 17:00 h llegamos al cortijo de las Tomas, lo que nos indicaba que nos quedaban unos 350m de desnivel hasta el ansiado refugio. Casi una hora después llegamos a dicho refugio, en el que varios montañeros aprovechaban las últimas horas de sol, sentados en la puerta, mientras comían y bebían.

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El refugio tiene un salón-comedor bastante grande, unas taquillas generosas y en buenas condiciones y las habitaciones no son excesivamente grandes (+-12 personas). El único problema que tenía eran los baños, que estaban cerrados ya que llevaban 2 meses con las cañerías congeladas, cosa que no se si ocurrio porque no se les ocurrio dejar el agua corriendo, o es que hizo tantísimo frío que ni con esas.

Al final… cada uno hacía sus cositas donde podía, lo que resultó que uno de los laterales del refugio estuviese un poco…. «sucio».

Tras varias cervezas, una partida de parchis y una suculenta cena a base de sobres de comida deshidratada, nos fuimos a dormir, sobre las 10 de la noche, para levantarnos bien prontito, pues nos quedaba lo peor.

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6:30 AM del domingo, suena mi reloj indicando que ya es hora de despertarse. Es aún de noche pero queda poco para que amanezca, y aunque parezca muy pronto hemos dormido más de 8 horas, y tenemos un largo día por delante.

Tras un poco de resistencia, Patri y yo conseguimos que se levanten Yolanda y Marcos, los cuales se estaban haciendo un poco los remolones.
Durante el desayuno, compuesto de batido y bollos variados, Marcos decide que con llegar al refugio ha tenido más que suficiente y que se queda a tomar el sol, hasta que volvamos. Terminamos, preparamos las mochilas, dejando en las taquillas lo que no necesitamos y nos ponemos en marcha. Son las 7:50 de la mañana y ya es de día.

La ascensión no da tiempo a calentar las piernas ya que a escasos 50 metros del refugio la pendiente se empieza a endiablar y alcanza una inclinación de unos 45º, los cuales se incrementarán o mantendrán, hasta muy arriba, hasta el llamado falso Mulhacen.

La cuesta es dura pero estamos frescos y motivados así que empezamos a andar a buen ritmo, pero pronto Yolanda se empieza a ir quedando atrás. Tras un rato intentando proseguir, ella cada vez tiene más claro que hoy no se encuentra muy fina, dice que está levemente mareada y más flojilla de fuerzas de la cuenta y decide regresar para no entorpecernos. Así que nada, Patri y yo proseguimos, acelerando levemente la marcha, mientra que Yolanda aprovecha para seguir subiendo un poco más, y bajar dando un poco de rodeo, y así aprovechar un poco la mañana.

Delante nuestra van una pareja de onubenses con los que habíamos estado hablando por la noche, pero uno de ellos es también primerizo en este tipo de travesías y hace que poco a poco los vayamos alcanzando. Mientras, el sol ya se empieza a alzar sobre nuestras, con un cielo completamente despejado y nada de viento. Vamos, un día perfecto para hacer una cumbre.

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Llegando practicamente al falso Mulhacen, una gran cumbre con un monolito en la cima, que nos puede hacer creer que hemos llegado, fue cuando finalmente terminamos de alcanzar a la pareja que llevabamos delante. En este punto hacía mucho aire y muy frío, el cual al venir del norte no habíamos percibido en lo que llevabamos de fín de semana, pero en este punto, sin nada que nos hiciese de barrera hacía que fue muy incomodo el andar por esos lares.

Tras unos pocos metros intentando aguantar el frío provocado por tanto viento, y la nieve que levantaba y nos tiraba a la cara, hicimos una parada corta para beber un poco y ponernos ya toda la ropa que teníamos, y las bragas y el gorro cubriendonos bien la cara. Rápidamente continuamos camino de la cima de este primer pico.

Eran las 10:40 cuando coronamos el Mulhacen II. Hacía mucho frío aunque el pleno sol que nos acompañaba nos animaba a seguir. Además, desde este sitio se veía al fondo la cima del Mulhacen, tan solo separada por una leve y corta loma. La fuerte pendiente se había acabado por fín.

Los onuvenses decidieron darse la vuelta en este punto. Una pena pues les quedaban unos 25 minutos para hacer cima, pero bueno… otro día será.

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Aquí arriba el viento seguía azotando con fuerza y todo estaba helado, adornando el paisaje con bonitas y curiosas formas de hielo. El camino era mucho más suabe y se progresaba con rapidez, así que en unos 25 minutos llegamos a la cumbre del Mulhacen. Estabamos en el punto más alto de la peninsula Ibérica, y gozabamos de un día completamente despejado y soleado.

Si quereis disfrutar de una vista en 360º a alta calidad desde la cima aquí podeis descargar el fichero .mov (botón derecho y guardar como…). Hace falta QuickTime para verlo.

Desde la cima se veía perfectamente el Veleta, la Alcazaba y los tremendos cortados que hay por la cara norte de este gran macizo.

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Y que mejor forma de celebrar que no había que subir más, que con un trago de vino. La ascensión desde el refugio nos llevó unas 3:15 h, lo que supuso salvar un desnivel de 1.000 m.

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Tras las fotos de rigor y poco más, salimos pitando de regreso al refugio, ya que en la cima seguía soplando mucho viento y hacía bastante frío, o por lo menos era bastante incómodo estar allí.
De esta forma empezamos a bajar, rápidamente, devido a que la distancia en realidad era muy poca al refugio, simplemente había mucho desnivel.

La vista desde poco más abajo del Mulhacen II era fantástica.

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En una hora y cuarto aproximadamente estábamos en el refugio de nuevo, donde nos esperaban Marcos y Yolanda. Descansamos un poco, pagamos el refugio, cargamos las mochilas con las cosas que habíamos dejado en las taquillas y vuelta a echarnos el morral al hombro, que nos quedaban otros 1.000 m de desnivel hasta el coche, y en este caso la distancia a recorrer era mucho mayor.

Los primeros 600-700 m los bajamos muy rápidamente devido a la fuerte pendiente, pero después nos quedaba un buen camino valle abajo, hasta terminar de descender esos 1.000 m.

En bajar desde el refugio hasta el coche se nos fueron unas 3 horas, y no es que fuesemos muy lentos ni mucho menos.

Al llegar, recogimos todo y salimos pitando por la embarrada pista camino de Capileira, donde paramos a comer en un restaurante, antes de partir de nuevo hacia Madrid.

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