Para gastar nuestros últimos días decidimos aprovechar esta semana, la cual tenía un día de fiesta, y de esa manera volver a irnos de vacaciones semana y pico.
Pero en este caso decidimos que no fuese una semana de «novios ñoños domingueros», e intentar hacer alguna cosilla.
De esta manera nos fuimos Patri y yo a Benasque a ver que hacíamos.
Teníamos pensado hacer un par de ferratas, entre ellas la de Cerler, pero no encontramos ningún sitio que nos alquilasen disipadores, así que lo dejamos de lado. Teníamos pensado hacer rafting… pero se había roto una turbina de la presa que regula el río donde se hace y habían anulado los descensos de rafting…. así que nada, algunos planes se fueron al garete, aún así hicimos nuestros pinitos.
El primer asalto fue a las gorgas de los galanes, barranco situado en el valle de Estós, muy cerca de Benasque.
Salimos pronto y dejamos el coche a la entrada del valle. Nos equipamos y echamos a andar. Según la reseña que llevábamos eran 1 hora y 20 minutos hasta la cabecera. Nos pusimos a andar a buen ritmo, yo siguiendo a mi novia como malamente podía, y aún así, a un buen ritmazo, tardamos justo el tiempo que indicaba la reseña.
A mitad de camino, o un poco antes, el camino se bifurca. A la izquierda señala hacia unos ibones. Bien, pues es por la derecha. Lo digo porque nosotros dudamos, y bueno, tuvimos suerte, jeje.
El camino asciende siempre por la orilla derecha orográfica del río y tras un buen rato subiendo (siempre subiendo) aparecen a nuestra derecha unas grandes cascadas, esas son. Poco más adelante el camino gira hacia la derecha dirigiéndose hacia las cascadas, las cuales se remontan y poco después llegamos a una enorme pradera con un refugio al fondo. Ahí comienza el descenso.
Al llegar.. fresquete, y el agua… pues se veía movidita la cosa.
Bajaba fuerte pero parecía que no había problemas así que nos pusimos los neoprenos y nos dispusimos a bajar en primer rápel, tras andar 30 m por el río.
El primer rápel está montado en un árbol, es semi volado y la recepción es en una poza bastante agitada en la que hay un pasamanos a medio metro del agua, para poderte sujetar. Pues dicho y echo, allí enganchados como pudimos recogimos la cuerda y seguimos hacia abajo.
A partir de ahí descendimos un par de rápeles más y al final decidimos buscar una escapatoria.
El barranco tiene un problema gordo y son las instalaciones. Son buenas, instaladas fuera del agua y tal, pero tiene una gran pega, y es que parece que las han puesto a posta, una a cada lado del río. Osea, bajas un rápel y la siguiente reunión te obliga a cruzar el agua. Bajas, y lo mismo, bajas y otra vez, etc…
Esto con poca agua no tiene más problema, pero bajaba bastante y era una auténtica odisea el cruzarse sin que te llevase (la piedra escurre mucho). Así que tras pasarlo un poco mal un rato decidimos intentar salirnos y no seguir probando suerte.
Tras el tercer rápel si no recuerdo mal vimos una pared muy empinada de hierba, tierra y piedras que se veía un poco sobada así que decidimos subir por ahí. Tardamos bastante ya que estaba complicado también, pero bueno, despacito y sin prisa se subió bien. De ahí en 5 minutos estábamos en la cabecera de nuevo.
Empezábamos mal la semana… con una derrota, 🙂
De ahí ni nos quitamos el neopreno, hasta el coche a más que buen paso, tardando unos 50 minutos más.
Aún así estuvo bien. Lo poco que hicimos estuvo chulo ya que tuvo su técnica ir avanzando, muy lentos por cierto.
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